BIENVENIDOS A MI BLOG


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Con este blog solo pretendo compartir algunas lecturas, reflexiones, cuentos, relatos, poemas..... no solo con mis alumnos y alumnas, si no con todos mis seguidores y seguidoras.....

Lecturas, cuentos, relatos, poemas, que me parecen interesantes para trabajar y fomentar los VALORES y ACTITUDES..... (las buenas actitudes), y contribuir mínimamente a que todos seamos un poco mejores.


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lunes, 28 de octubre de 2013

RECUERDOS



        Aquí incluyo un texto poético que mi primo dedicó  a mis padres, y que me emocionó tanto,  que no encuentro un lugar mejor para conservarlo:   

                                           
                                                             A mis tios Angelita y Mateo.
Quiero dejar volar mi pensamiento
llegar hasta mi niñez,
y abrir mi caja pequeña de los recuerdos.
Recuerdo de olor a madera, de serrín
de  viruta de hierro, de grandes remolques
y  de chispitas de fuego
saltando  de la varita de soldar,
al tocar contra el hierro.
Pepito no la mires…!
no la mires, que no es bueno…!
me decía  una voz cálida, cariñosa,
varonil,  vestida de rubios cabellos…

Recuerdo la vivienda de al lado,
lo calentito que se estaba dentro.
Recuerdo a mi tía Angelita
mujer de mi tío Mateo...
¡Qué guapa que era....guapísima!
 mucho más aún lo era por dentro.
Recuerdo sus meriendas,
su voz, sus caricias...
que abrigo de amor  me daban
en el invierno de mis sentimientos.

¿Por qué el destino se lleva tan pronto a los buenos?

Cuánto me gustaría teneros cerca,
explicaros mis progresos,
 pediros consejo en los fracasos…
Veros en vuestra última juventud,
daros mi cariño,
que es con lo que podría pagaros...
Cuánto me gustaría que sintiérais
en las frías mañanas de invierno,
la cara de aquel niño en vuestras manos.

Dos piedrecitas azules me dijeron,
que éramos como hojas de un árbol,
unas más cerca, otras no tanto,
pero al fin y al cabo,  hojas del mismo árbol…

Cuando esta hoja muera.....
Quisiera morir abrazada al árbol
Y poder sentir las caricias de algodón
que de niño le habían dado…








domingo, 13 de octubre de 2013

El viejo calcetín

                            EL VIEJO CALCETÍN



    Un día tropecé, caí, y cuando me levanté del suelo, oí una voz que mientras me ayudaba a levantarme me decía: ¿Te has hecho daño?...  Tenía las rodillas sangrando, y las muñecas relajadas.
-Te has hecho daño porque no sabes caer,  me dijo. La primera cosa que es necesario aprender en la vida, es a caer sin hacerse daño, caer de una silla, de un caballo, de la gloria....

    Vinieron  a mi mente los recuerdos cuando tenía cinco años, y estaba aprendiendo a nadar; se rompió la cuerda  a la que me asía para mantenerme a flote, y paralizada de terror caí al fondo de la piscina. Tuvieron que sacarme. Durante varios años, siempre que trataba de aprender a nadar, empezaba a latirme muy fuerte el corazón, se engarrotaban mis músculos y no acertaba a respirar. 
Todos me decían: "Tranquilízate y deja flotar tu cuerpo",  pero nadie me enseñaba cómo tranquilizarme, y no pude aprender a nadar...
Cuando tenía nueve años aprendí  a tocar el arpa, y lo hacía muy bien hasta que un día me encontré  sobre un escenario para hacer una breve exhibición... Fue en ese momento cuando se apoderó de mí un extraño miedo, los dedos se me quedaban rígidos, y mi instrumento sonaba bronco y mate, sin brillo.... Veía  a mi maestro hacerme muecas entre bastidores, diciéndome en voz baja: "Tranquilízate, afloja los dedos"... Pero yo no sabía cómo tranquilizarme, nadie me enseñaba cómo hacerlo... 
    Por aquel entonces solía ir a echar de comer a los pájaros del parque, donde jugábamos los niños cada tarde, un viejecillo vestido con trajes extraños de modas pretéritas. Pasaba las horas muertas sentado en un banco mirándonos jugar, gastándonos bromas que nos encantaban, y devolviéndonos la pelota con asombrosa destreza, cuando pasaba cerca de su lado. Nos dijo que le podíamos llamar el "tío Pedro". Cuando nos enteramos  de que había sido  un famoso  payaso de circo, se convirtió en un héroe popular para nosotros. En cuanto lo veíamos llegar corríamos entusiasmados  a  rodearle. 

    Una de esas tardes en el parque, caí al suelo haciéndome daño en las rodillas, el  "tío  Pedro"  me ayudó  a levantarme, y sacudiéndome la tierra y restos de polvo de la ropa, me contó que él cuando tenía mi edad se había caído tantas veces, que casi no le quedaba en el cuerpo un hueso que no se hubiera roto, y que fue por eso por lo que aprendió  a caer sin romperse nada y  sin, ni tan siquiera,  hacerse daño. 

            Aquel verano el "tío Pedro" me enseñó las primeras habilidades que aprenden los chicos dedicados al circo. Descoyuntarse, dar volteretas, saltar... Estas cosas sólo pueden hacerse en estado de absoluta tranquilidad, y el "tío Pedro" me enseñó a alcanzar aquel estado, en vez de limitarse a gritarme: "Tranquilízate", como habían hecho los demás...

    "No eres más que un calcetín viejo, arrugado y blando", me explicó.

¿Lo entiendes? cuando uno es un calcetín viejo, se puede caer sin sentirlo; los calcetines viejos no se hacen daño,  ni se rompen nada...  Éste es todo el secreto.
De ese modo aprendí yo la lección,  de tal manera que la hice una disciplina mental en mis más difíciles momentos.
Cuando me siento torpe, intranquila o en situación en la que no puedo trabajar, o no puedo escribir un cuento o  relato, inicio mentalmente mi transformación en un viejo  calcetín  desgastado y blando, y es así como todas las dificultades desaparecen.
Cuando necesito causar buena impresión, adopto la condición de calcetín viejo, que da cierta receptividad para los deseos y alegrías de los demás. Creo que la técnica del calcetín viejo puede hacer fácil la tarea más ardua.
Cuando tenía quince años, mi madre cayó enferma y hubo que intervenirla; los médicos se mostraban poco optimistas. Mientras estaba en la mesa de operaciones, yo me encontraba en la habitación tensa, nerviosa y temblorosa a la vez.. Las manos las tenía heladas y entumecidas, crespos todos los nervios de mi cuerpo. Me asaltó entonces el recuerdo del "tío Pedro" , me parecía escuchar su voz invitándome cariñosamente a transformarme en un calcetín viejo,  viejo y desgastado,  blando, imposible de sufrir ningún daño más...  Pedí lápiz y papel a una enfermera y empecé a escribir uno de mis cuentos. Escribí y escribí, en mi mente fluían nuevas ideas, nuevos pensamientos... Escribí olvidada de momento y lugar, hasta que trajeron  a mi madre de la mesa de operaciones. Me senté junto al lecho y mientras duró su inconsciencia proseguí escribiendo serenamente. Nunca había escrito con tanta facilidad como en aquellas terribles horas.
Aquel cuento obtuvo el primer premio en un importante concurso, y fue el peldaño inicial de mi carrera literaria.