Aquí incluyo un texto poético que mi primo dedicó a mis padres, y que me emocionó tanto, que no encuentro un lugar mejor para conservarlo:
A mis tios Angelita y Mateo.
Quiero dejar volar mi pensamiento
llegar hasta mi niñez,
y abrir mi caja pequeña de los recuerdos.
Recuerdo de olor a madera, de serrín
de viruta
de hierro, de grandes remolques
y de
chispitas de fuego
saltando de la varita de soldar,
al tocar contra el hierro.
Pepito no la mires…!
no la mires, que no es bueno…!
me decía
una voz cálida, cariñosa,
varonil,
vestida de rubios cabellos…
Recuerdo la vivienda de al lado,
lo calentito que se estaba dentro.
Recuerdo a mi tía Angelita
mujer de mi tío Mateo...
¡Qué guapa que era....guapísima!
mucho
más aún lo era por dentro.
Recuerdo sus meriendas,
su voz, sus caricias...
que abrigo de amor me daban
en el invierno de mis sentimientos.
¿Por qué el destino se lleva tan pronto a los buenos?
Cuánto me gustaría teneros cerca,
explicaros mis progresos,
pediros consejo en los fracasos…
Veros en vuestra última juventud,
daros mi cariño,
que es con lo que podría pagaros...
Cuánto me gustaría que sintiérais
en las frías mañanas de invierno,
la cara de aquel niño en vuestras manos.
Dos piedrecitas azules me dijeron,
que éramos como hojas de un árbol,
unas más cerca, otras no tanto,
pero al fin y al cabo, hojas del mismo árbol…
Cuando esta hoja muera.....
Quisiera morir abrazada al árbol
Y poder sentir las caricias de algodón
que de niño le habían dado…
¿ Y dónde, dónde mejor guardado que en este hermoso 'blog' de relatos ?. Los recuerdos de la niñez no fallan nunca para apreciar y valorar en la mayoría de edad, el cariño que hemos recibido de todos los que nos rodeaban, familiares y amigos y poder expresar, quizás con este comentario poético, nuestro calor y agradecimiento a esos adultos que propiciaron nuestra felicidad de entonces y nuestro agradecimiento y recuerdo permanente para ellos, durante toda nuestra existencia.
ResponderEliminarGracias por tu comentario Manuel, bonito y acertado...! Yo siempre he pensado que es curioso ver cómo durante nuestra juventud, intentamos que nuestros padres se sientan alguna vez orgullosos de nosotros (los hijos), hasta que maduras y comprendes que los que realmente tenemos que estar orgullosos de nuestros padres, somos nosotros (los hijos)...
ResponderEliminarAmbas cosas se producen, ESTHER y hay un momento para cada situación ... Primero, el anhelo de que los padres sepan que estamos ahí, que somos la prolongación de sus vidas y después, la madurez, como bien dices, te invita a olvidar tu existencia y te agarras al recuerdo de tus mayores porque ya has superado la otra etapa y solo deseas que ellos sigan a tu lado para siempre.
EliminarSolo puedo dejar un silencio manchado de lagrimas de amor
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